Tras la publicación de mi último libro, muchas personas me preguntan que si de verdad se puede vivir desde el amor. Tengo que decir que es en estos momentos, después de ver todas las noticias que nos llegan sobre la corrupción de nuestros políticos y otros agentes sociales, cuando pienso que la mejor manera de promulgar una ideología es desde la honestidad, hablando y actuando desde el amor.
Son muy repetitivas las imágenes que muestra la televisión de sufrimiento y desesperación expresando maldad hacia los demás, viviendo desde el miedo y denotando sentimientos de vacío. Al menos yo, no lo veo tanto en la calle, parece como si la televisión solo quisiera mostrarnos la parte ruin y temerosa del ser humano. Las personas con las que me relaciono no son así, o al menos no lo demuestran ante mí. Tengo la impresión de vivir dos realidades paralelas en la que una, la que nos muestran los medios, es hostil y mezquina y la otra, la del día a día, es más alegre y positiva. Aunque la segunda se deja contagiar por la primera y, en ocasiones, se mimetiza con ella para presentar su peor cara, sin llegar a ser tan cruel como la que nos muestran los medios de comunicación.
Algo por lo que yo abogo es que dejemos de ver informativos en televisión, de leer, escuchar o ver noticias pesimistas que nos perjudican. Si comenzamos a vivir nuestra vida desde el amor a todo lo que nos rodea, dejando de acusar a los demás de nuestro sufrimiento y malestar, y nos responsabilizamos de nuestras acciones dejando de hacernos las víctimas, vamos a conseguir vivir más momentos de felicidad. Debemos buscar ayudar a los demás desde la bondad y la generosidad, con una actitud positiva de amistad, haciendo el bien por donde vamos a todas las personas, fomentando el bien común para generar un mundo mejor.
Siendo conscientes de todo lo negativo que generamos en nuestro día a día, desde nuestro egoísmo, somos capaces de hacernos responsables del sufrimiento que provocamos en los demás y solo desde esa toma de conciencia podremos parar la vorágine destructiva de nuestra sociedad.
Tenemos la capacidad de brillar y hacer brillar a los demás, pero nos cuesta mucho, pensamos que si los demás brillan nos van a apagar y no podremos brillar. Nos estamos equivocando, cada vez que hacemos brillar a alguien, brillamos más nosotros, nos damos el permiso para brillar y es nuestra luz la que nos da miedo. No estamos acostumbrados a ver esa luz y nos asusta. Debemos pensar en brillar con nuestra mejor luz y hacer que los demás muestren la suya, sin egoísmo, sin envidia, sin rencor, pensando en que todos podemos hacerlo juntos.
Una práctica que a mí me ayuda a encontrar la felicidad, pues es algo que todos debemos tener presente, pues hemos venido a ser felices, es la meditación, créeme, meditando te encuentras a ti mismo, a tu verdadero yo, es la mejor herramienta de autoconocimiento. Para que sea más efectiva, hay algunas preguntas que yo me hago cuando comienzo la meditación: ¿Qué necesito aprender en este momento? ¿estoy ayudando a los demás tal como quiero ayudar?
La felicidad son momentos de bienestar subjetivo y para promoverla en los demás, una de las cosas que les podemos dar es el máximo amor posible en cada momento. Si queremos que nuestros hijos sean felices, mejor si les damos amor, si queremos que nuestra pareja sea feliz, lo mejor es darle amor, si queremos que nuestros amigos sean felices, mucho mejor con amor, pero amor consciente, amor de verdad. Vamos a buscar sus fortalezas y a potenciarlas, hacer que brillen por sí mismos. No intentemos imponerles nuestro conocimiento pensando que nosotros sabemos más, creyendo que somos superiores. Esto es algo muy común en la escuela, por lo menos en la escuela a la que yo fui. Pensaban que los alumnos estábamos vacíos y querían llenarnos con su conocimiento equivocado, siempre con la mejor intención del mundo. En la escuela todavía no son capaces de detectar el talento individual de cada niño para potenciarlo, para que desarrolle sus fortalezas lo máximo posible. Se siguen fijando más en las nuestras fortalezas, ni siquiera nos damos cuenta de que las tenemos.
Solo viviendo desde el amor, con pensamientos positivos, buena actitud, confianza, y un poco de meditación podemos ser capaces de mejorar la vida de otras personas y la nuestra propia, como dice la Madre Teresa de Calcuta, “no debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz”.
Fuente: Gerardo Romero