Ganadería: un duro castigo para el medio ambiente.
Empezamos hablando de lo positivo de comer carne y después continuamos con lo negativo. En términos nutritivos, podemos afirmar, por tanto, que sin abusar de ella, la carne constituye un alimento que aporta nutrientes esenciales en nuestra dieta. Pero si adoptamos una perspectiva más general, si evaluamos el consumo de carne de una manera más amplia, esto es, en términos éticos, morales o ecológicos, ¿seguirá siendo recomendable y saludable su ingesta? Probablemente, la diferencia entre comernos o no ese trozo de carne en nuestro plato estribe en preguntarnos y averiguar cómo ha llegado hasta allí.
Averiguar el origen de la carne
Si visitáramos una de las fábricas o mataderos donde la industria alimentaria procesa a los animales como productos a los que rentabilizar al máximo, quizá dejaríamos de consumir carne. En una de estas fábricas el único contacto de esos animales se produce con los barrotes o las máquinas que los transportan de un lugar a otro para que los operarios los seleccionen, controlen y les administren las sustancias químicas (vacunas, antibióticos, hormonas, anabolizantes, aditivos alimentarios, etc.), procurando que se encuentren bajo los parámetros legales, que aseguren su rentabilidad, aunque estos productos anómalos puedan permanecer en la cadena alimentaria hasta llegar al consumidor final. Estos animales destinados al consumo humano acabarán sus días en el matadero a través de cuatros pasos básicos: insensibilización (para evitar sufrimientos innecesarios), desangrado (mueren por desangrado, pues para que la carne resulte de óptima calidad y se conserve mejor, el músculo ha de contener la menor cantidad posible de sangre, lo cual sólo se consigue si el animal se mantiene con vida para que el corazón lata y la sangre fluya por la herida), despiece y, por último, refrigeración.
El budismo y el respeto hacia cualquier ser vivo. Ganadería: un duro castigo para el medio ambiente
En el budismo, existe un admirable y profundo respeto hacia cualquier ser vivo, por lo que para muchos budistas, ser vegetariano constituye una norma ética para cumplir su propósito de no dañar a otros. Cabe citar al monje vietnamita Thich Nhat Hanh, gran impulsor del budismo en Occidente, quien en su libro «La Ira: El dominio del fuego interior» critica ese procesamiento industrial de los animales para el consumo humano. Cuando en el susodicho libro se refiere a las gallinas hacinadas en jaulas, con sus picos limados para evitar que se picoteen entre sí, y a las que se les altera artificialmente sus ciclos diarios para que produzcan más huevos, advierte lo siguiente: «Cuando comes carne o huevos de esta clase de gallinas, estás comiendo ira y frustración. Sé consciente de ello. Ten cuidado con lo que comes. Si consumes ira, te convertirás en ella y la expresarás. Si consumes desesperanza, expresarás desesperanza. Si consumes frustración, expresarás frustración».
La cría de ganado provoca emisiones de gases de efecto invernadero superiores a las del transporte
Desde un punto de vista ecológico sobre el consumo de carne, conviene citar al doctor Rajendra Pachauri, expresidente del Grupo de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC) y ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007, quien afirma que reducir el consumo de carne puede contribuir en la lucha contra el cambio climático, ya que la cría de ganado provoca emisiones de gases de efecto invernadero superiores a las del transporte y sólo superado por la generación de energía con un 21% (en especial, la ganadería expulsa a la atmósfera metano, que se calcula 23 veces más perjudicial que el CO2 como agente de calentamiento global, a consecuencia del metabolismo de los rumiantes y por el estiércol), genera deforestación y otros problemas ambientales.
Mitigar las emisiones si reduce progresivamente su ingesta de carne hasta eliminarla casi o totalmente de su dieta
Este vegetariano convencido defiende que cualquier individuo puede participar inmediatamente en mitigar las emisiones si reduce progresivamente su ingesta de carne hasta eliminarla casi o totalmente de su dieta: «El Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que las emisiones directas de la producción de carne, representan aproximadamente el 18% de las emisiones totales de gases con efecto invernadero» (un 9% de la emisión de origen humano del dióxido de carbono, la emisión de metano es del 37%, y la emisión de óxido nitroso es del 65% en cuanto a las de origen humano). Greenpeace eleva la cifra a un 32% de las emisiones totales, si se cuentan las emisiones derivadas del metano y el abono nitrogenado y la deforestación para producir piensos. Otro dato importante que conviene saber es que, según la FAO, la ganadería usa el 30% de la superficie terrestre del planeta en pastizales y un 33% de la superficie cultivable se dedica a producir forraje. Peor aún, para ganar más terreno, se talan bosques para crear pastos o cultivar forraje. En conclusión la ganadería: un duro castigo para el medio ambiente
Una dieta que incluya carne con regularidad precisa un 60% de agua más que una vegetariana
Todavía más grave el efecto del consumo de carne sobre el Medio Ambiente si observamos las ingentes cantidades de agua, un bien cada vez más escaso, que gasta la industria alimentaria en producir dicha carne para nuestro consumo. Por ejemplo: para un kilogramo de carne de vacuno se precisan 20 mil litros de agua; para un kilogramo de carne de porcino, más de 10 mil litros; o para producir 100 gramos de carne picada se necesitan 7 mil litros de agua. Otro dato a tener en cuenta se encuentra en que para conseguir 250 gramos de carne de vacuno para comer, se podrían alimentar a 50 personas con cereales. Pese a sus evidentes problemas, se prevé que para 2050 se duplicará el consumo de carne. Una dieta que incluya carne con regularidad precisa un 60% de agua más que una vegetariana, a causa de la alimentación del animal, para su bebida, para limpieza de establos y corrales.
La ciencia ofrece nuevas formas de consumo de carne
Cabe resaltar que la ciencia también nos ofrece una nueva salida según recientes investigaciones: la carne sintética, procesada en un laboratorio a partir de células madre, nutrientes naturales y sin productos químicos, lo que permitiría mitigar el impacto ecológico de la sobreproducción cárnica, el sufrimiento de los animales y la contaminación de nuestros alimentos.
Reducir la carne de nuestra dieta o consumir productos de animales criados con criterios ecológicos
Finalmente, de todo esto, se puede deducir que la opción más racional y sostenible consiste en eliminar o reducir la carne de nuestra dieta o consumir productos de animales criados con criterios ecológicos, lo que permite a estos animales una vida más saludable y digna a la vez que un consumo sostenible y menos dañino con el Medio Ambiente. Esto es así porque en la ganadería ecológica se limita el uso de antibióticos, se cría al aire libre, y se alimenta con productos de la propia granja. Quizá, por ahora, los productos ecológicos de este tipo resulten caros, pero se compensa con creces en lo que ganamos en salud, cuidado del Medio Ambiente y buena conciencia. Hoy día la mayor parte de la ganadería ecológica se concentra en el vacuno, seguida del ovino, caprino y apicultura. Indudablemente, el cambio climático también afectará a los animales de granjas y se estima que aumentará la mortalidad de los mismos, ya que se someterán a calores extremos en condiciones no demasiado adecuadas y sufrirán enfermedades que se expanden cada vez más, como el virus de la fiebre catarral ovina o lengua azul, que ya no sólo afecta a países africanos.
El cambio climático afecte el ganado en términos de especies
La FAO destaca la gravedad de la situación así: «El cambio climático tiene efectos directos en la producción ganadera, e indirectos debido a los cambios en la disponibilidad de forraje y pastos. También determina el tipo de ganado y como éste debe adaptarse a diferentes zonas agro-ecológicas, como también el número de animales que tienen capacidad de sostener las comunidades rurales. Se espera además que el cambio climático afecte el ganado en términos de especies. Es decir que la ganadería: un duro castigo para el medio ambiente.
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