La sandía es la fruta que refresca el verano. Apetece tomarse una ración a cualquier hora del día con su color rosado. Dispone de tantas variedades que tenemos muchas opciones entre las que elegir. La podemos disfrutar tanto al natural, como en zumos, ensaladas, helados o sorbetes. Además, es un alimento que no es pesado a la hora de hacer la digestión. Recomiendan tomarla fuera de las comidas para sacarle el máximo jugo.
Beneficios de la sandía
La sandía es una fruta que nos ayudará a mantenernos hidratados. Contiene licopeno, un pigmento con capacidad antioxidante. Tiene un valor calórico muy bajo, es una de las frutas con mayor contenido de agua, más del 90 %. Perfecta para combatir al sed cuando estás cansado de beber agua.
Conseguiremos broncear nuestra piel gracias a los intensos pigmentos que contiene. También contiene fibra, minerales y vitaminas. Además disminuye el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón. Nos ayudará a prevenir el asma, reducir la hipertensión o combatir el cáncer.
Hay estudios que dicen que previene enfermedades de la vista, que es un antiinflamatorio natural, incluso previene las agujetas o mejora la salud sexual.
¿Cómo elegir una buena sandía?
Cuando vayamos al mercado hay un truco infalible para elegir la sandía, darle golpes con los dedos con mucho cuidado. Si suena a hueco quiere decir que está madura. Es más fácil detectar su estado idóneo de maduración si la compramos en porciones, la pulpa tiene que estar firme y jugosa. Si la compramos en el punto idóneo de maduración aguantará unas dos semanas a unos 15 grados de temperatura. A temperatura ambiente se mantendrá en buen estado durante cinco o seis días.
La cáscara idónea tiene que tener un color amarillento. Si en cambio, tiene una mancha verdosa o blanca quiere decir que se ha recogido en el campo antes de su maduración total. Descartemos la sandía que tenga una corteza con cicatrices, algún defecto o zonas sucias.
¿Cómo puedes prepararla?
La tajada de sandía al natural es lo más habitual y fácil de preparar. Pero también la podemos disfrutar en helados, zumos y sorbetes. Incluso la podemos tomar como mermelada y en múltiples postres y aperitivos tentempiés.
Existen más de cincuenta variedades de sandía para elegir. Se pueden clasificar por su color, forma, peso, periodo de maduración.
Destacan dos variedades genéricas, sandías con o sin semillas. Las que tienen semilla son las más tradicionales, tienen un intenso color rojo, corteza verde oscuro y semillas marrones o negras. Por otro lado, las sandías que no tienen semillas, en verdad sí que tienen, pero son transparentes. Tienen una corteza verde de color claro y se caracterizan por unas rayas verdes oscuras.
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