¿Quién no ha entrado alguna vez en un ascensor “apestado” de olor a perfume? ¿quién no ha sentido una bofetada de olor al entrar en una perfumería? ¿Quién no ha caminado por la calle detrás de alguien que desprendía un fuerte olor a perfume? Eso acaba anulando nuestro sentido del olfato.
Y yo me pregunto, ¿ no es una invasión de nuestro espacio olfativo?
Todo huele…
En la actualidad todo huele, todo está perfumado.
No solo hablo de aguas de colonia, colonias o perfumes si no que prácticamente cualquier producto que encontramos en el supermercado tiene algún olor no natural que se añade para hacerlo más atractivo y estimular su compra.
Pero claro, nos gusta que todo huela “bien” y hemos olvidado que los sentidos se han desarrollado en los seres vivos como instrumentos para:
- Interactuar con el medio que nos rodea.
- Recabar información para poder sobrevivir.
- Evitar cualquier peligro que comprometa nuestra vida.
La función fundamental del olfato es el reconocimiento de olores, y durante miles de años ha ayudado a los humanos a catalogar los elementos que le pueden servir de alimento.
El olfato
El ser humano es capaz de discriminar entre dos mil y cuatro mil olores.
Esto es gracias al epitelio nasal que está ubicado en el techo de la cavidad nasal y contiene cerca de 20 millones de células olfatorias especializadas que reaccionan a los olores presentes en el aire.
¿Te has parado a pensar cómo huele el tomillo que pisas cuando paseas por el campo?
¿O el olor de la tierra cuando está a punto de llover?
¿E incluso la hierba recién segada?
La industria del perfume
La industria del perfume mueve más de mil millones de euros cada año, vendiendo ilusión envasada que bien puede transformarse en veneno para nuestro organismo.
Y es que no pienses que los perfumes que utilizas están hechos a base de esencia pura de rosa, canela o lavanda, no, más bien son una mezcla muy compleja de sustancias químicas aromáticas que imitan en muchos casos los olores que nos ofrece la naturaleza.
Los perfumes y colonias que compramos habitualmente están en tela de juicio por sus posibles efectos nocivos sobre nuestra salud y la del planeta en el que vivimos.
Pero, ¿son seguras estas sustancias químicas que impregnan y contaminan el aire que respiramos?
Sustancias peligrosas
Greenpeace encuentra sustancias potencialmente peligrosas en la mayor parte de los perfumes
Según su informe Eau de Tóxicos sobre sustancias químicas en perfumes, en el que se analizan 36 aguas de colonias y perfumes que se comercializan en el mercado español, existen motivos para alarmarse.
Almizcles sintéticos policíclicos o ftalatos están presentes en casi todas las muestras analizadas.
Esto sugiere que el uso cotidiano de perfumes y colonias supone una contribución sustancial a la exposición diaria de las personas a estas sustancias que ya han sido identificadas como contaminantes de la sangre y la leche materna.
Contaminación olfativa
¿Por qué no estamos en absoluto libres de esta contaminación olfativa?
Porque no solo están presentes ya en los lugares más recónditos del planeta, si no que se transmiten de madres a hijos a través del cordón umbilical y el líquido amniótico, de tal manera que un bebé cuando nace ya está contaminado por estas sustancias.
Cada año lanzamos al medio ambiente 100.000 sustancias químicas de nueva generación que no han sido evaluadas para comprobar su inocuidad a medio y largo plazo.
Estas sustancias son bioacumulables (se acumulan en los tejidos de seres humanos y animales, sobre todo en hígado y riñones) y no degradables. Esto significa que los mecanismo naturales de degradación no son capaces de eliminarlas.
La exposición a estos compuestos químicos, tal y como demuestran numeroso estudios científicos, está relacionada con el incremento de enfermedades del sistema reproductor y endocrino, determinados cánceres, alergias y asma.
Pero, ¿cómo podemos protegernos y proteger a nuestros niños de la exposición a estas sustancias peligrosas?
Utilizando productos que no contengan perfumes sintéticos, solo aceites esenciales puros.
10 motivos para utilizar cosmética natural en tu piel:
- Aportan nutrientes que alimentan verdaderamente tu piel
- No son irritantes y tratan tu piel con mucho cariño
- Penetran más profundamente en tu epidermis
- Son respetuoso con el medio ambiente y cuidan el planeta
- No dañan los ecosistemas marinos
- No generan residuos contaminantes
- Sus ingredientes provienen de la naturaleza, como nosotros mismos
- Permiten que nuestra piel respire libre
- Son más eficaces y más seguros
- Quieres un mundo mejor y es posible
La química no alimenta la piel, la cosmética a base de ingredientes naturales sí.
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Sustancias peligrosas:
Ftalatos:
Se usan normalmente como plastificantes en productos de PVC, como materiales de construcción y mobiliario, suelos, envases alimentarios, juguetes, prendas de ropa, interiores de automóviles, cables y gran variedad de dispositivos médicos como bolsas de sangre. También se usan como disolventes, aceites lubricantes, fijadores, adhesivos, en pinturas, productos de sellado, revestimiento de superficies, insecticidas, detergentes, tintas de impresión, productos de cuidado del automóvil, jabones, champús, cremas de manos, esmaltes de uñas, cosméticos y perfumes.
En 2004 se prohibieron 3 ftalatos en productos infantiles porque podían alterar el sistema hormonal y el crecimiento de los niños, además de perjudicar los riñones, el hígado y los órganos reproductores. Estas sustancias siguen hoy día presentes en productos cosméticos como perfumes o lacas de uñas.
Almizcles sintéticos:
Son fragancias baratas y fáciles de producir que se añaden a los productos de cuidado personal y a los de limpieza doméstica, como detergentes par ropa, geles de ducha, jabones, cremas de manos o perfumes. Algunos almizcles también se utilizan en alimentación, ambientadores, tabaco de mascar, cebos de pesca, inciensos y en otros productos como herbicidas o explosivos.
Estas sustancias se acumulan en los tejidos de los seres vivos y se han encontrado como contaminantes de la sangre y la leche materna, actúan como disruptores hormonales, siendo capaces de interferir en el sistema hormonal de peces, anfibios y mamíferos.
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