Cuando hemos empezado a mirar los ingredientes de nuestro champú, muchas veces lo dejamos rápido, porque los nombres nos asustan, con esa letra pequeña, con esa jerga latina, y por lo largos que son algunos, además de impronunciables. Si conseguimos resistirnos y seguir con la lista, vemos unos cuantos con la misma terminación: ‘parabenos’. Benzylpraben (aunque a veces se indica como E214), Propylparaben (E216), y así unos cuantos más.
Los parabenos son un producto químico empleado por una gran cantidad de industrias, pero donde destacan las industrias cosméticas y farmacéuticas. Se usan para prevenir el crecimiento de microbios en los productos cosméticos, es decir, como conservantes.Los parabenos están presentes en una gran cantidad de productos, incluyendo champús, lociones, desodorantes, maquillaje, etc. Pero no solo se encuentran en productos cosméticos, desde 1930 también se emplean como aditivos alimentarios y para la protección de diversos productos alimenticios (derivados cárnicos, conservas, algunas salsas, etc.)
En los últimos años se han producido algunos estudios que han llevado a verlos con otros ojos. Aunque existen estudios que los consideran prácticamente no tóxicos, existe la posibilidad de que se sea alérgico a los mismos, lo que produce las típicas reacciones alérgicas de dermatitis e irritaciones.
También se ha realizado algún estudio científico que ha mostrado la existencia de parabenos en algunas muestras de tumores extraídos de pechos en mujeres. Otros estudios mostraron que su efecto es 100,000 veces más débil que el estradiol, y con dosis mucho más elevadas que las empleadas para la la conservación de alimentos. El Comité Científico Europeo de Productos de Consumo indicó en 2006 que los estudios no dan resultados claros, y que pueden seguir empleándose en concentraciones máximas de hasta un 0,4%.
Sin embargo, estos resultados han llevado a considerar que los parabenos pueden tener cierto efecto negativo, sobre todo porque su reducido precio (mejor dicho, reducidísimo) hace que se empleen en una gran cantidad de productos, lo que lleva a que estén presentes en nuestro día a día en grandes cantidades, y que nuestro cuerpo lo absorba de todas partes, aumentando poco a poco su concentración en nuestro interior y su toxicidad.
En los últimos años ha aparecido con fuerza la conciencia «ecológica» mucho más próxima con el usuario, que se preocupa de las mismas cosas que él, que quiere acercarse a lo natural y alejarse de lo químico, dejando los parabenos fuera de todos sus productos, y con ello, alejando sus posibles contraindicaciones.