Aceptación es un término que, fácilmente, nos puede generar cierto rechazo. La expresión «tienes que aceptarlo», el mensaje «aceptación de…» que encontramos al final de los documentos de carácter contractual, o esas palabras que hemos oído más de una vez en una boda «tú XXX aceptas a YYY…», etc. Nos ponen en alerta ya que, una vez has aceptado, puedes tener la impresión (o la certeza) de haber entregado un cachito de ti.
Otro aspecto que influye en nuestra relación con la aceptación es la visión subjetiva que tenemos del mundo. En pocas palabras, existe todo lo que Es y nuestra tendencia es invertir energía en lo que quisiéramos que fuera. Esto tiene consecuencias profundas en nuestra vida y es un proceso del que solemos ser poco conscientes.
Las emociones como herramienta
El campo de las emociones resulta muy útil para el trabajo de la aceptación, porque es algo muy vivo y dinámico. A lo largo del día podemos experimentar multitud de diferentes emociones que, salvo excepciones, aparecen como reacción al
Cómo utilizar las emociones
¿Cómo podríamos mejorar el juego? Si tomamos conciencia de nuestras emociones y buscamos la mejor interpretación, estas se convierten en mensajes que nos llegan, abrimos, valoramos y utilizamos para avanzar en nuestro camino. Sin embargo, el primer paso es aceptarlas. Si no las aceptas, intentando negar su existencia, o pasando rápidamente a lo siguiente, no puedes continuar en este proceso consciente. El ejemplo del examen futuro es muy útil. Si tenemos un examen dentro de un mes y, al pensarlo, sentimos ansiedad, ¿Qué hacemos?
Opción A: Oops, nos sentimos mal. Esto no mola. Vale, vamos a dejar de pensar en ello. ¿Hay algo en la tele? No, espera. Mejor mandar un mensaje a alguien y empezar a chatear. ¿Y qué tal comer algo? Perfecto. Mejor si es dulce. ¿Y beber? Si, pero algo estimulante. ¿Sexo? Genial. Pero sin mucho lío, que el plan es desahogarse y listo. Etc. En resumen, toreamos mejor que Manolete. Entraremos en una búsqueda compulsiva y en absoluto consciente para quitarnos eso de encima.
Opción B: Hundirnos en esa emoción y quedar paralizados. Esto es como recibir un paquete, abrirlo y quedarte delante del mismo. Mirar sus colores, formas…y dar vueltas y más vueltas a lo que tú quieras. Parece una estupidez, pero es bastante común. Puede ocurrir con la tristeza, con la ansiedad, el miedo, etc.
Opción C: Empezamos aceptando que sentimos ansiedad. No es un pecado, ni nos va a matar (salvo por acciones propias encaminadas a ello, claro). Es algo que existe. Es una realidad. Lo sentimos en el cuerpo. Ansiedad es un mensaje que nos puede estar diciendo que hay incertidumbre en el futuro. Algo para lo que no estamos preparados. Una vez tenemos una interpretación útil, lo siguiente es hacer algo. Un par de ideas: O bien empezamos a estudiar ya, o bien no hacemos el examen y aceptamos las consecuencias.
Lo que es y lo que quisiéramos que fuera
Entender y practicar la aceptación
Como hemos visto, las emociones son una herramienta interesante para trabajar la aceptación. Seamos conscientes de ellas. Otra herramienta excepcional es la meditación, donde aprendemos a aceptar lo que Es como paso fundamental para la erradicación del sufrimiento.
Pero hay una pequeña confusión. ¿Debemos aceptar todo lo que ocurre? Si. ¿Nos quedamos de brazos cruzados? No necesariamente. Esta es la confusión. Aceptar no significa quedarse inactivo. No es resignación. La aceptación nos permite partir de una base sólida para actuar de la forma más adecuada. Lo que deba ocurrir, ocurrirá. Eso está más allá de nuestro control. Lo que nos concierne es qué hacemos con lo que nos ocurre.
Acepta todo tal y como es – Miyamoto Musashi (1584 – 1645)
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