¿Crees que hay buenos y malos hábitos? Desde pequeños, con los roces de la experiencia y con el tiempo, se desarrolla una personalidad concreta, con unos valores concretos que conducen las relaciones y el contacto con la vida. Molestan unas cosas y no otras. Uno se “habitúa” a ser y responder de una manera concreta y la automatiza. Una forma de pensar. Una forma de juzgar. Una forma de concluir. Y, venga repetir el “modus operandi”.

Ni buenos hábitos, ni malos hábitos

No hay ni buenos hábitos ni malos hábitos. Solo hábitos. Si tienes hábitos es que actúas de forma inconsciente. Y ese, ese el hábito interruptor de la vida y la energía común. Haces las cosas sin atención e implicación necesarias para vivir ese momento.

Por lo tanto, la diferencia no está en buenos y malos hábitos sino entre actos conscientes y actos inconscientes.

Se suele vivir automatizando todas las acciones, sin poner consciencia en la mayor parte de las experiencias. Dentro de una forma “habituada” en el vivir, no hay espacio para la improvisación, la sensibilidad ni la respuesta consciente. No hay espacio ni tiempo para promover respuestas nuevas y revelación de verdades. Todo ya está cerrado y previsto. En una forma automatizada de vivir, no hay percepción nueva. Una escena que crees que es la misma de siempre, puede esconder una oportunidad, pero como te encuentra dormido y habituado, lo pasarás por alto.

Cuando uno está dormido y habituado, su atención disminuye y vive en modo “suspensión”. Se apaga la alegría de vivir. Todo se vuelve monótono. Pero no es que lo sea necesariamente. Solo es el proceso mental que se ha vuelto monótono, ciego, insensible y aburrido.

No diferenciamos la transición entre un momento automático y un momento consciente. Solo ocurre: hay momento que nos sentimos algo más vivos y otros, solo “funcionando”.

Pero ¿qué es ser consciente?

Cuando la atención, el tiempo y el espacio están en un mismo foco, en una misma dirección. Si yo estoy en el gimnasio haciendo ejercicio y mi mente está en la compra que debo hacer, no soy consciente de mi cuerpo, mi sensibilidad y mi ejercicio. La oportunidad de la perfección del momento y la intensidad, desaparecen. Pero, además, ese mismo ejercicio con consciencia o sin ella cambia su resultado y efectividad. Quizás estoy cuidando de mis hijos y aunque estoy a su lado físicamente, mi atención y mi mente están en el trabajo o en un proyecto.

Te puede interesar:  Conciliar el sueño en segundos

Se activa la ansiedad porque mi mente quiere estar en otro sitio mientras se encuentra en este momento. Hay una división entre criterios internos en lucha que agotan y no permiten vivir de forma plena cada momento. Pero curiosamente, cuando estoy haciendo la compra o entretenido con un trabajo, pienso en que debería estar en el gimnasio o disfrutando de los hijos. Casi nunca, mi mente, mi voluntad, mi segundo y mi espacio son míos de forma completa y están juntos y alienados en el momento…

No es lo mismo cuando los miembros de un equipo trabajan juntos para un objetivo que cuando estos no se comunican o van por caminos distintos. Puede haber un abismo entre una vida vivida con la “integración y alineación de la voluntad de las partes” y una vida vivida con la “división y asincronía de la voluntad de las partes”.

No hay nada más urgente que restaurar la alineación de la mente, el momento que vives, la atención y la entrega. Restaurar la división interna.

Hay que alinearse

Lo que hace que haya lucha, cansancio y aburrimiento es la ceguera. La incapacidad de apreciación de cada momento tal y como es. Eso es debido a que se está muy ocupado analizando y consiguiendo algo constantemente. Uno vive, persiguiendo. Pero, ¿se puede lograr algo sin la necesidad de perseguir constantemente?

Supongamos que has aprendido que solo se pude atrapar a un conejo corriendo, tu vida se dedicará a perseguir y correr. Obviaré otros métodos. Quizás no he descubierto que, con un simple sonido, el conejo responde y viene a mi. Sí, lo sé, un ejemplo inverosímil. Pero, ¿cuántas cosas sabes sí son posibles o no, por ti mismo? ¿Cuántas maneras hay de conseguir una misma cosa? ¿Quién puede verlo?

Te puede interesar:  Emocionalidad positiva. Qué es el bienestar emocional y cómo alcanzarlo

Esa división nace en el criterio subjetivo de uno:

• Juicio constante entre sentirse superior o inferior.

• Querer ser especial: eso implica que el otro no lo sea sino el concepto de especial deja de tener sentido. Para yo ser mejor, alguien tiene que ser peor.

• Comparación constante entre unos y otros con juicios de auto-exaltación.

• Diferentes conceptos y varas de aplicación del concepto del amor. Lo que tolero a unos no tolero a otros. Falta de claridad en la delimitación de esas fronteras.

• Egoísmo y egocentrismo.

• Concepto rígido del sentido de la vida de uno mismo. Mi vida tiene que ser aceptada y bien vista por la sociedad y debo tener un estatus y una apariencia, ganarme un respeto, pero no siempre lo logro de forma natural y disfrazo con postizos “mi casa” para lograr ser especial, querido, respetado o admirado y reconocido.

• Querer forzar que la vida se adapte a la voluntad de uno mismo. Falta de humildad ante lo que ES y los demás.

• Algunos más….

¿Quién eres?

Se dedica tanto tiempo a crear una personalidad y una apariencia, a conseguir el estatus, el reconocimiento o el amor esperados que uno pierde de vista, quién ES y lo que ES, para fabricar lo que no ES, para poder encajar.

Uno no debería querer ser alguien, porque ya es alguien aun sin que ni lo quisiera. Pero ese alguien que tú ves con tu criterio subjetivo que eres, te gusta más o menos y tratas de reajustarlo. No es que esté mal querer cambiar. ¿Pero desde qué criterio se hace? A veces, uno se hace una cirugía estética para mejorar y puede pasar que casi todas las personas o muchas personas desde fuera no ven una mejora precisamente. ¿Existe el buen criterio, o el criterio correcto?

Te puede interesar:  La salud de un cerebro feliz

Uno no debería enfadarse porque alguien no le hace un reconocimiento o le ignora porque uno no deja de Ser y existir, aunque el otro no le haya visto. Si eso te enfadara es que no estás entendiendo nada; el otro no te ve, pero tú no ves la verdad de que esa persona no te ve y menos como te gustaría a ti que te viera. Por lo tanto, ninguno veis la realidad. Solo dos egos peleando por reconocimiento y exigiendo que se les vea como cada uno pretende.

Pero, ¿qué es el reconocimiento?

No toleramos que los demás no nos vean como nos gustaría que nos vieran. Nos enfada que no adivinen lo que pensamos y queremos. Que no se nos entienda. Cuando no lo hacen, nos enfadamos o reaccionamos. Nos enfadamos cuando nuestras expectativas no se cumplen.

Pero, ¿por qué no se cumplen? ¿De qué depende? ¿Tiene sentido un enfado?

Al final todo va de que “no ocurre lo que quiero que ocurra como quiero que ocurra cuando quiero que ocurra”. Pero, ¿de qué factores depende eso? ¿De qué va la vida? 

¿Me importa la verdad?

Artículo anterior¿Música en medicina o musicoterapia?
Artículo siguienteJuegos de memoria para mayores gratis

Biografía de Sílvia Cantos Pi 

  • Autora del libro Verdad Objetiva y el Ser Humano,
  • Facilitadora de Procesos de Introspección Personal y Comunicación Objetiva desde hace 15 años.
  • Mentora de Programas de liderazgo y de Cultivación Interior.
  • Fundadora de la Escuela de Transformación Interior Verdad Objetiva.
  • Instructora de Meditación Reflexiva y Contemplativa y Hatha Yoga Clásico

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí