Una de las dificultadas que mucha gente encuentra cuando considera la meditación es que piensan que es una cosa más que tienen que hacer, una nueva entrada en la gran lista de cosas para hacer, como comer bien, trabajar eficientemente… Pero la práctica de la meditación no es un esfuerzo, es un tiempo para transcurrir cada día en ese lugar dentro de nosotros mismos donde existe una profunda paz y seguridad. Así que la meditación no es un tipo de posición física estoica o un arduo ejercicio mental. Es realmente un fluir. Tomar un tiempo para meditar cada día realmente te ahorrará tiempo al final debido al incremento de claridad que ganas. Aquí es donde la disciplina actúa.
Todas las culturas se encaminan en alguna práctica esotérica para ayudar a la gente a entrar en contacto con este aspecto superior de ellos mismos. En la tradición Judeo-Cristiana, es la oración contemplativa _ oír tranquilamente la voz de Dios_. En las tradiciones del lejano Oriente, los vehículos para la meditación frecuentemente tienen que ver con aspectos autonómicos del sistema nervioso como la respiración o el latido del corazón. En India, los mantras sánscritos se usan como un vehículo para llevarnos hacia dentro. En la tradición Budista-Zen se practica sentarse con consciencia de los pensamientos sin engancharse a ellos.
En todas estas disciplinas la práctica no es para forzarte a ti mismo a un estado de paz, es simplemente para conocer la naturaleza pensante de la mente y para relajarte hacia el centro de manera que puedas establecerte en estados de consciencia más profundos que el pensamiento; hacia la fuente del pensamiento donde el nivel de vibración es más poderoso. Conseguir un lugar de profunda conexión y tranquilidad, donde estás accendiendo a un campo de inteligencia mucho mayor que el derivado del ego o el intelecto.
El tipo particular de práctica de meditación que sigas es una elección individual. Lo importante es explorar varios tipos que lleguen a ti y elegir aquel con el que te sientas más a gusto en función de tu forma de ser.
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Extraído y traducido por Francisco Redondo