Música para el desarrollo

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En mi corta experiencia como musicoterapeuta me he dado cuenta de que, al decir cuál es mi profesión, hay ciertas cuestiones que se repiten en muchas ocasiones:

– ¿Y qué enfermedades tienen los niños con los que trabajas?

– Pero mi hijo está bien… eso no le hace falta.

Es importante saber que la disciplina musicoterapéutica no es únicamente para familias con hijos con síndromes o enfermedades complejas, a lo largo de mi experiencia he podido ver como niños con desarrollo típico se benefician de las múltiples cualidades que tiene la música como acompañamiento en su desarrollo.

Evidentemente si, cuando nos encontramos con niños con problemas de desarrollo la musicoterapia es una herramienta que puede favorecer (junto con otras terapias, trabajando de forma interdisciplinar sería lo ideal) el “crecimiento” de sus capacidades.

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La improvisación: creadora de libertad

Este es el caso de L, un pequeño de 8 años, TEA, que ha encontrado en la música un gran aliado a la hora de comunicarse, sin dejar a un lado el aprendizaje y por supuesto la diversión. Tras trabajar con él durante más de un año las sesiones de musicoterapia se han convertido en algo indispensable en su rutina, tiene un don para aprenderse canciones de principio a fin y no sabéis hasta qué punto flexibiliza en letras, ritmos, aceptando siempre cualquier cambio que le propongo (estos cambios siempre basados en unos objetivos concretos, tanto a largo plazo como a corto, que desarrollamos en sus sesiones). *L, no sabes todo lo que aprendemos de ti los que estamos a tu alrededor. *

Pero… ¿en qué medida pueden beneficiarse de la música todo tipo de familias? Partimos de la base de que se pueden hacer grupos con unas cuantas familias. La esencia es la creación de un espacio sonoro (donde el 90% de la música es música en vivo), en el que los pequeños pueden experimentar, desarrollar su creatividad, imaginar, soñar a través de la música; a través de melodías de diferentes partes del mundo, de diferentes tonalidades, diferentes modos. Además de la sensación de libertad que se consigue a través de la improvisación, algo esencial, pero sin embargo la mayor parte del tiempo nos encontramos sumidos en reglas y directrices que no nos lo permiten.

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El papel de los padres en musicoterapia

En estas sesiones no solo se crea un espacio sonoro en el que se sienten seguros para compartir y crear un ambiente de grupo, sino que el vínculo entre padres e hijos se ve sumamente fortalecido, porque se comparte, se crea en común. Las voces de los padres juegan un papel muy importante en este espacio, y no tiene cabida el “yo no sé nada de música”, ¡no es necesario! El único requisito indispensable para poder beneficiarse de lo que aporta la música en este ámbito es tener ganas de experimentar jugando y la curiosidad por conocer nuevas opciones y crear juntos.

Por supuesto además de la voz se utilizan diferentes instrumentos, tales como pequeña percusión, algún instrumento armónico a cargo del musicoterapeuta (en mi caso guitalele o guitarra), y también juegan un papel muy importante los materiales sensoriales, en mi caso trabajo en un centro de Atención Pediátrica, mis compañeras son terapeutas ocupacionales, aprendo de ellas todos los días y me dan grandes ideas para integrar los materiales más adecuados en la práctica musical.

Respetar los silencios de los padres

El papel de los padres es vital, como ya hemos dicho, pero además es importante que estos no dirijan los movimientos de sus pequeños, es esencial que exista libertad, que si no quieren participar en cierta actividad lo respetemos y actuemos de soporte, el silencio también juega un papel fundamental, al mismo nivel que la melodía. En este espacio no tiene sentido que pretendamos que realicen todas las actividades propuestas de forma “correcta”, porque partimos de la base de que no hay una forma correcta, puesto que para cada cual tendrá un efecto diferente la melodía que está sonando, el ritmo que estamos percutiendo… el objetivo principal es el acompañamiento a su desarrollo (individual, cada cual tiene su ritmo) a través de la música.

Respecto a la “necesidad” de un acompañamiento musical… no, no es necesario, a tu hijo/a probablemente “no le haga falta” acudir a sesiones de música, pero… ¿a él/ella le gusta? Porque quizá esa es la clave, el tener la oportunidad de acudir a un lugar en el que se respetan los gustos de tu pequeño y además se le da un soporte y se le guía a través de sonoridades nuevas que ahondan en su imaginación y desarrollan su creatividad (sin olvidar que compartís esta experiencia juntos).

Es importante alejarse de los tabúes, informarse desde la objetividad, dejar a un lado los prejuicios. Si aún después de leer y preguntar a profesionales tienes dudas, prueba a tener una experiencia musical con tu pequeño en un espacio sonoro seguro y, sobre todo, libre.

Maria Garcia Bernal

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