Como influye el entorno familiar y el acompañamiento musical a la hora de educar niños seguros y libres
La importancia del embarazo para tener niños seguros
Desde los primeros meses de gestación el nivel de estrés y ansiedad de la madre tiene gran influencia a nivel cerebral en el pequeño; cualquier situación en que la madre sienta que pierde el control puede hacer que sus hijos sean más irritables, con mayor propensión a llorar y mayor probabilidad de tener respuestas conductuales más exigentes al estrés.
Los últimos meses de embarazo también pueden tener un efecto acentuado en el cerebro del bebé, que crece a toda prisa. Es más probable que una madre con altos niveles de ansiedad o depresión en esta etapa de a luz a un bebé con dificultades para enfrentarse al estrés o a nuevos estímulos. En los últimos dos meses del embarazo es muy importante reducir el estrés emocional. Ya en el siglo XVIII, el abuelo del poeta Lord Byron en un viaje en barco hacia tierras desconocidas se encontró con unos individuos que denominó “patagónicos”, le llamó la atención en especial su actitud frente al embarazo:
“Cuando una Patagonia está en estado, apartan de su vista cualquier objeto desagradable, se despierta con música, los demás buscan entretenerla con cosas que le gusten. En su mente, llena de alegría, no hay espacio para la pereza ni la desesperación por la inactividad. […] Los patagónicos tienen muy clara la influencia materna en la integridad física y moral del niño, al igual que todo buen árbol da buenos frutos.”
(Journal of a Voyage Round the World, 1767)
¿Y después del nacimiento?
Durante la gestación es indiscutible que influyan los hábitos y emociones maternas sobre el bebé, pero… ¿Qué ocurre cuando este nace? ¿Siguen influyendo los papás a nivel cerebral y, sobre todo, a nivel emocional en sus pequeños?
Son muchos los papás que quieren participar en las sesiones de música con sus pequeños, pero algunos se muestran reticentes, puesto que consideran que sus hijos cuando están ellos delante se comportan de manera diferente. Por norma general, el contexto familiar es el lugar más seguro para los pequeños, por ello se “comportan diferente” porque cuando están con sus padres no tienen que fingir, no hay lugar para estar cohibidos, están seguros, son libres.
Uno de los objetivos fundamentales en las sesiones de música es que los pequeños sean libres, se sientan seguros, crear un espacio de confort para ellos en el que poder expresarse sin ser juzgados ni evaluados. Pero… ¿qué papel tienen aquí los padres?
Los padres pueden actuar como agente facilitador dentro de las sesiones de música, no solo porque sus hijos pueden tomarlos como ejemplo e imitar, sino también porque pueden llegar a ser parte activa dentro de la misma. Veamos un ejemplo: grupo de música de dos años, queremos trabajar los parámetros del sonido y decidimos explicar la altura (agudo/grave) a través del movimiento; los papás pueden cargar con sus pequeños y así entenderlo de forma “física”.
La actitud de los papás
Sin embargo… ¿Siempre los papás toman la actitud adecuada? Es importante que, para que sea un lugar en el que los más pequeños puedan sentirse libres de sentir la música, de vivenciarla, no reciban por parte de los padres directrices demasiado estrictas o incluso en ocasiones modelaje puro y duro (por ejemplo, agarrar la mano de nuestro niño para que haga lo que queremos que haga).
El contexto educativo antiguo en el que crecimos hace años era mucho menos flexible, más cerrado, por tanto, es lógico que pretendamos que nuestros pequeños hagan exactamente lo que propone el educador, por ello es muy importante dejar algunas directrices claras al comenzar con la educación musical, como por ejemplo establecer que el lugar de las sesiones es un lugar libre, en el que el pequeño puede expresarse sin juicios, vivenciar la música como crea oportuno, de forma intuitiva y prácticamente instintiva.
Pero… ¿Cómo establecer límites sin cortar las alas? Es importante crear rutinas, a través de un ritual, siempre el mismo, como por ejemplo las partes de la sesión. En mi caso siempre hay una acogida con la que creamos un ambiente musical, canción de bienvenida y despedida, que son siempre las mismas y también la utilización de una pequeña melodía para recoger los diferentes materiales y por tanto dar así por concluida cada una de las actividades.
El niño debe sentirse libre, pero por supuesto sus acompañantes también. Dentro de las sesiones no deben establecerse juicios, ¡y tampoco existe la vergüenza! No vale el “yo canto mal”, lo importante es vivir la música, de la forma más natural y sincera posible y eso… ¡Está al alcance de todos!
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