La contaminación del tráfico, de la industria o de los edificios produce unas emisiones que ensucian el aire que nos envuelve. Con la actual actitud colectiva de la sociedad estamos dañando la salud de todas las personas, animales, bosques y cultivos. El clima está cambiando a escala planetaria, estamos acabando con los combustibles fósiles escasos y no renovables, como el petróleo.
Nuestro clima está cambiando, las olas de calor se multiplican, se alargan en primavera y verano, se disparan los niveles de ozono. Mientras que en invierno aumentan los episodios anticiclónicos que elevan los niveles de dióxido de nitrógeno. Analicemos las consecuencias de la contaminación en nuestra salud.
Consecuencias de la contaminación del tráfico
Cerca de 7 millones de muertes al año se producen por la contaminación del aire, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de las muertes son por enfermedades del corazón, ictus y cánceres de pulmón. La exposición a la contaminación atmosférica provoca además, irritación en los ojos, aumento de la mucosidad, aumento en la mortalidad por enfermedades respiratorias.
Ciudades ejemplo de protección del medio ambiente
Zurich es una de las ciudades más reconocidas por su apuesta por el medio ambiente. Quieren que cada ciudadano consuma una media de 2.000 vatios al año. Estocolmo presume de tener casi 800 km de carril bici y numerosas zonas verdes. Ginebra es un ejemplo de hoteles verdes donde podemos disfrutar de la ciudad sin dañar el planeta.
Viena quiere convertirse en una ciudad autosuficiente, reduciendo las emisiones y apoyando la eficiencia energética. Además, en la capital austríaca predominan las tiendas de ropa de segunda mano. Frankfurt prohíbe utilizar PVC en los edificios de nueva construcción. También predominan las políticas para la utilización de la bicicleta y el coche eléctrico para evitar la contaminación del tráfico. En Londres quieren que en los próximos años los 3.000 autobuses de dos pisos que circulan por la ciudad sean híbridos.
A muchos kilómetros de Europa, en la capital de Nueva Zelanda, Wellington, han conseguido poner en alza el turismo ecológico de lujo. En Sidney han conseguido erradicar los desperdicios de agua y energía, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero en un 70%.
Los coches: atascos, consumo de energía y ruido
Los atascos nos afectan a nuestro estado de ánimo, nos ponen de mal humor. Según aumenta la utilización del automóvil, se incrementan la congestión de carreteras, la contaminación del tráfico y disminuye la velocidad de circulación. Esto hace que cada vez el transporte público sea más rápido para desplazamientos cortos que los vehículos particulares.
Además, los expertos en medio ambiente calculan que sesenta coches que se utilizan para transportar a 75 personas equivalen a un autobús. El automóvil es el medio de transporte que más energía de tracción consume, cuatro veces más que el autobús para el mismo número de viajeros. Por ello, desde las asociaciones de protección del medio ambiente se pide la limitación de vehículos en los centros urbanos. De hecho, en Europa quieren prohibir los coches diesel en todas las carreteras o cobrar mayores impuestos al diesel.
La mayoría de los estudio coinciden en que el 80% del ruido urbano lo provoca el tráfico rodado. Si lo comparamos con el tranvía, genera casi 50 veces menos de ruido que los coches, los autobuses más de 10 veces menos. Según la Unión Europea el 74% de los españoles están expuestos a niveles sonoros superiores a 55 decibelios, producidos por la circulación, es más de lo aconsejable.
Los ruidos de tráfico provocan malestar, problemas de comunicación, atención o trastornos del sueño. Si la situación se prolonga en el tiempo puede causar insomnio, ansiedad, depresión, cansancio crónico, enfermedades cardiovasculares, trastornos del sistema inmune y cambios de conducta.
Índice de contenidos