Llevamos medio siglo hablando de educación ambiental, y al menos 30 años haciéndola. Ahora, más que nunca, es necesario insistir en la importancia que tiene para la humanidad, para una especie, nosotros, conscientes de su existencia y que empieza a serlo de su impacto en el sistema global a corto plazo, en su escala temporal —desde la perspectiva geológica no somos nada.
Es frecuente la visión simple o reduccionista de la educación ambiental, asociada a sencillas actividades escolares sobre el reciclaje, los talleres sobre plantas o animales, o los métodos para ahorrar agua y energía en el hogar —que, por supuesto, son importantes—. Y resulta complejo hacer entender a la mayoría de la gente la importancia que la educación ambiental tiene para «la VIDA».
Objetivo y origen de la educación ambiental
Para valorar la trascendencia de la educación ambiental, es necesario saber cuales son sus objetivos, cual es su misión y a que se enfrenta. Los antecedentes se remontan a principios del siglo XX y empieza a tomar forma con el programa MAB (Hombre y Biosfera, 1971), donde se planteaba como objetivo general:
«Proporcionar los conocimientos de ciencias naturales y de ciencias sociales para el uso racional y la conservación de los recursos y para mejorar la relación entre el hombre y el medio, prever las consecuencias de las acciones de hoy en el mañana… y actuar en consecuencia». Pero parece que aún no hemos descubierto que: Noé construyó el arca antes del diluvio —es una frase hecha, soy de ciencias.
Poco después, en 1972, en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, arranca el 5 de junio como «Día Mundial del Medio Ambiente». En relación con la Educación Ambiental se plantea en el principio 19:
«Es indispensable una labor de educación en cuestiones ambientales, …que preste la debida atención al sector de población menos privilegiado…».
Te puede interesar: Biocombustibles, impacto ambiental controvertido.
La recomendación 96 del Plan de Acción propuesto en la Conferencia de Estocolmo, lleva en 1975 a la UNESCO y el PNUMA, a diseñar un Programa Internacional de Educación Ambiental (PIEA). Se planteaba:
«Establecer un programa educativo internacional e interdisciplinar, escolar y extraescolar, relativo al medio ambiente, …que se dirija a todos, jóvenes y adultos». Se reconoce que la educación ambiental es para toda la ciudadanía.
La Conferencia de Belgrado de 1975, organizada por la UNESCO, aprobó la Carta de Belgrado, donde se reclama una Educación Ambiental con la adopción de una nueva ética del desarrollo y de un nuevo orden económico mundial. Y más tarde en la Conferencia de Tbilisi (Georgia) se refuerzan los principios.
Educación ambiental y desarrollo sostenible
Vemos que la educación ambiental se ha ido configurando como la herramienta para lo que hoy es el desarrollo sostenible, que no tiene otro objeto que promover la calidad de vida y el bienestar de las personas. Y no se puede entender sin conservar el sistema natural.
Mira esto: La alternativa al agua embotellada es cinco veces más sostenible
La problemática del cambio climático y la lenta reacción social muestran que más que nunca ahora es necesaria la educación ambiental. Este siglo XXI ha arrancado como el de la incertidumbre, en particular tras la pandemia por el coronavirus.
La educación ambiental quiere ayudarnos a pensar en lo que de verdad necesitamos para ser felices. Discurre en paralelo al modelo consumista causante de la problemática y da valor a la naturaleza, a las personas, a la dignidad humana y a un modelo de economía diferente y justo —a esto le llamamos sostenibilidad desde hace 30 años. Nos enseña a ver la complejidad del entorno en el que vivimos, pero también a descubrir la complejidad de nuestro pensamiento.
Enemigos de la educación ambiental
La educación ambiental se enfrenta a grandes monstruos: la codicia, la ambición, el egoísmo, la incultura y su promoción, la falta de escrúpulos e incluso el fanatismo. Pensar y actuar por el futuro digno de otras personas es sostenibilidad. Somos la primera generación en ser consciente de la problemática ambiental, y sobre la que cae la responsabilidad de hacer cambios.
Post relacionado: Consumo sostenible: La vergüenza de comprar prendas nuevas
La educación ambiental promueve la visión sistémica y parte del principio de la ética. Y así desde sus inicios. Primero le llamamos educación ambiental, y la asociamos con el desarrollo sostenible. Luego planteamos la Agenda Local 21, ahora Objetivos de Desarrollo Sostenible. Cambiamos los nombres, pues vivimos en una sociedad de consumo y parece que hasta en esto, tenemos que vender algo nuevo. Pero todo es lo mismo: educación ambiental, una herramienta para ayudarnos a descubrir lo que vale la pena en la vida para ser felices. La educación ambiental es el mejor recurso para enfrentar el mayor desafío actual, no los problemas ambientales, sino cambiarnos a nosotros mismos, cambiar nuestro comportamiento y el modo de relacionarnos con el planeta, sus recursos y sus gentes.
Índice de contenidos