Antes de comer investigo la procedencia de cada alimento, así consigo evitar aquellos productos derivados de la ganadería industrial. Estoy en contra de está practica porque contamina las tierras de cultivo, acuíferos e incluso el aire. La ganadería industrial está creciendo en todo el mundo, en especial, en Europa. Conviene conocer el sistema de producción de nuestros alimentos y saber la cantidad de recursos que consume tanto en fabricación, embalaje como transporte.
El crecimiento de la ganadería industrial
La ganadería industrial es intensiva, explota a grandes cantidades de animales en enormes instalaciones pero con poco espacio para cada animal. Este sistema de producción multiplica las emisiones de gases contaminantes, acelera el cambio climático, aumenta el maltrato animal y reduce la calidad de la carne.
Greenpeace alerta de que «la ganadería no para de crecer, sobre todo la industrial, que necesita el 26% de la superficie terrestre para mantenerse. Además, el 60% del total de mamíferos del planeta es ganado, menos del 40% son humanos y solo el 4% son mamíferos salvajes».
Un informe de la asociación Amigos de la Tierra resalta que España encabeza el «alarmante» crecimiento de la ganadería industrial en Europa. Crecen a un ritmo de casi 20.000 cerdos a la semana.
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Las consecuencias de la ganadería industrial
La ganadería industrial concentra a un gran número de animales en un espacio muy reducido, necesitan muchas hectáreas de tierras que deben cultivarse para alimentar al ganado. Se trata de un modelo que trata a los animales como una simple mercancía. Las consecuencias que provoca sobre el medio ambiente son irreparables. Afecta a la tierra y al agua, el exceso de pastoreo degrada los pastizales y erosiona los terrenos. Además, para su práctica necesita la deforestación de millones de terrenos convertidos en zonas donde crecerán piensos, provocando una pérdida de la biodiversidad. La ganadería es la principal fuente terrestre de contaminación de fósforo y nitrógeno en el Mar del Sur de China, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas marinos.
Los principales agentes contaminantes son los desechos animales, los antibióticos y las hormonas. Muchos estudios de las asociaciones ecologistas demuestran que es uno de los principales causantes del cambio climático. Supone casi el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Necesitan grandes cantidades de petróleo para el proceso de producción y transporte. Contribuye a la contaminación del agua y la proliferación de biomasa vegetal debido a la excesiva presencia de nutrientes.
El sobrepastoreo afecta al ciclo del agua, e impide que se renueven los recursos hídricos tanto de superficie como subterráneos. La producción de forraje obliga a desviar importantes cantidades de agua.
La ganadería industrial está poniendo en riesgo nuestra salud por la dosificación rutinaria de antibióticos a los animales. Corriendo el riesgo de que las bacterias resistentes a los antibióticos acaben en la carne. También provoca que el agua potable sea de poca calidad en algunos lugares rurales debido a la contaminación por nitratos.
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Posibles soluciones
La principal solución es potenciar la ganadería tradicional, la que aprovecha el terreno natural sin modificarlo y cría animales saludables. Hay que tener en cuenta el tipo de animales, por ejemplo, los rebaños de cabras u ovejas ayudan a mantener limpio el bosque y reducen así el riesgo de incendios. Tienen una alimentación más sana al vivir siempre al aire libre y al mismo tiempo aportan una carne de calidad.
Una buena solución sería comer menos carne, pero como no se puede prohibir y esta decisión está en manos de cada uno de nosotros, si conviene difundir los perjuicios que ocasiona al medio ambiente. Incluso podemos intentar ir reduciendo poco a poco esa cantidad de carne que comemos.
Por otro lado es importante ayudar a la ganadería local a que sea respetuosa con el entorno, que mantenga nuestra biodiversidad y alimente a las personas de una manera sana. Por tanto, dejar de lado a la ganadería industrial que contribuye al cambio climático, al uso sin control de los recursos naturales y al sufrimiento de los animales.
Conviene utilizar métodos de conservación del suelo para limitar su degradación. Mejorar la dieta de los animales para reducir la fermentación intestinal y las consiguientes emisiones de metano. Establecer plantas de biogas para reciclar el estiércol. Finalmente, tenemos que cuidar el agua, mejorando la eficacia de los sistemas de riego.
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