Las personas mayores se han visto privadas de compañía, principalmente de la compañía de los suyos. En este momento que nos ha tocado vivir se vuelve más relevante la calidad frente a la cantidad, la calidad de las personas que nos rodean, frente a la cantidad de ellas que lo hacen. Los momentos en los que podemos disfrutar de la compañía de alguien, que antes eran frecuentes, hoy día cobran una relevancia mucho mayor, porque, debido a las restricciones y la necesidad de cuidar a nuestro entorno, el estar rodeados de alguien que no sean convivientes es un bien meramente escaso.

Existe una generación que ha superado grandes dificultades a lo largo de su vida, que nació en época de guerra o posguerra, que en el mejor de los casos consiguió propiedades y que sus hijos estudiaran una carrera a base de esfuerzo y sacrificio. Esta generación de personas mayores no merecía que los últimos años de su vida se vieran mermados en compañía, en libertades, esas que tanto lucharon por conseguir.

Residencias musicales para personas mayores

La realidad nos supera y el pasado año en el mes de abril recibo una llamada de una Residencia de Mayores, en pleno confinamiento, proponiéndome (con todas las medidas de seguridad) realizar sesiones de musicoterapia grupal con sus mayores. Estos no pueden recibir visitas de familiares, no pueden salir, su ocio ha quedado totalmente reducido. Realmente me planteo muchas cuestiones, pero sobre todo ¿Qué puedo hacer para que su viaje sea más agradable y llevadero?

Los primeros días tengo muchas conversaciones con las personas mayores residentes, necesito conocerlos, conocer sus gustos y hábitos musicales, me hago con un repertorio muy rico en estilos y épocas. Me enfrento a una realidad complicada; muchos de ellos están infinitamente enfadados y decepcionados con esta situación, se plantean preguntas como: ¿qué va a ser de mi? ¿podré volver a ver a mis familias?

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Durante todo este tiempo las sesiones de musicoterapia se convierten en vía de escape para algunas personas mayores, soporte para otros, gracias a la reminiscencia musical me cuentan momentos en los que cantaron esas melodías, lugares en los que bailaron con alguien especial este pasodoble o aquel bolero que ponía banda sonora a su casa de la infancia, junto a sus queridos padres. Escuchar de sus bocas “gracias por esto”, “solo espero que vengas de nuevo”, “para el próximo día cántame la del camino verde”, se convierte en costumbre, poco a poco creamos un espacio de distracción, seguridad y tranquilidad.

Acompañamiento al final de la vida

Al intervenir en instituciones de este tipo es inevitable que exista el momento en el cual interpretas la que será la última canción para alguien, y más por la situación en la que se han visto envueltas muchas de estas residencias. Es totalmente injusto que no puedan ser despedidos por sus familias, que no puedan darle una mano a ese amigo, tío, padre, abuelo, porque no merecen irse solos, no merecen irse tristes. He de destacar la labor incansable de las auxiliares, el cariño con el que tratan a estas personas (hablo de mi experiencia personal).

Me planteé qué podía aportar yo a esta situación, personas que conozco, que me han contado historias de juventud, con las que he forjado un repertorio musical extraordinario y me respondí: CANTA. Cántales sus canciones favoritas, como si todas y cada una fueran la última, como si el mejor momento fuera ahora, como si no existiera nada más, acompaña su camino para que sea un poquito más cálido.

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He visto como se iban personas mayores a las que tenía un cariño especial, porque conocía de otros momentos de mi vida, personas que no merecían irse, personas con una luz brillante, ha sido doloroso, quizá lo más doloroso y lo más relevante que he hecho hasta el día de hoy en mi camino como musicoterapeuta. He escuchado como compañeras me decían “esta es la última canción que le cantas”, y he tocado esas notas, he cantado esa canción con lágrimas en los ojos y el cariño más inmenso.

¿Por qué música?

Recuerdo un momento en el que una persona a la que estaba acompañando, en sus últimos días me dijo mientras cantaba una canción “estoy en un sitio muy bonito, me has llevado lejos de aquí”. La música tiene ese poder, te lleva a lugares, te reencuentra con personas, ¿quién no vuelve a su infancia al escuchar una canción que fue banda sonora de esos años?

He visto personas con un deterioro cognitivo grave, cantar canciones enteras, con sus comas, sus partes instrumentales y sus silencios, la música es esto, magia, sueños. La música es una vía de comunicación a través de la cual expresar sentimientos, emociones, a través de la cual viajar, reir, emocionarnos. La música es vida.

Dedicado a “aquella viejita que tanto adoré”.

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