El estrés de la vida diaria, los problemas emocionales, las malas posturas o un mal descanso son algunos de los síntomas que nos indican que nuestro cuerpo necesita terapia y un descanso. Los masajes en la espalda son perfectos para relajar los músculos y aumentar la circulación de la sangre, facilitando que la persona que lo recibe experimente calma y tranquilidad.
Sin embargo, aunque a la mayoría de nosotros nos gusta recibir un masaje relajante de vez en cuando, no todo el mundo es experto en la materia. Por eso, para dar un masaje a nuestra pareja con el único objetivo de aliviar el estrés, conviene conocer previamente una serie de pautas sencillas.
Preparación necesaria para un masaje relajante
Los masajes relajantes son puramente sensitivos, por lo que además del sentido del tacto, influyen otras percepciones. La mejor forma de experimentar una sensación placentera es trabajando en primer lugar la ambientación.
Para dar un buen masaje relajante, también debemos prestar atención a los materiales. Necesitas toallas, servilletas, leche hidratante y aceites esenciales. Los aceites esenciales presentan beneficios terapéuticos y gracias a su lenta absorción ayudan a desinflamar, relajar, cicatrizar y reactivar la circulación.
Y la posición que adopte la persona que recibe el masaje también es muy importante para evitar problemas de salud por adoptar una mala postura para la espalda.
Aunque lo habitual es dar un masaje a alguien que esté tumbado, si no tenemos experiencia, es preferible que la otra persona esté sentada en una silla con respaldo bajo e inclinada hacia delante. Esta postura evitará que provoquemos un latigazo cervical o en la espalda.
Consejos para dar masajes relajantes
La zona cervical y los hombros son las zonas de nuestro cuerpo que más agradecen las caricias de un masaje relajante, ya que es aquí donde se concentra mayor sobrecarga.
Una vez aplicado el aceite, empezaremos a masajear desde la parte baja de la espalda hasta la cabeza. Los movimientos deben hacerse siempre hacia arriba para respetar el flujo sanguíneo que va hacia el corazón.
Si quieres aplicar la técnica de amasamiento o de presión, debes hacer círculos con los dedos en torno a la zona de los hombros y ejercer presión durante unos pocos seguros. Ten en cuenta que esta técnica es más delicada y que debe hacerse con cuidado.
También debes estar atento a seguir la secuencia y el ritmo del masaje, por lo que no puedes retirar una de las dos manos al poco de empezar porque se rompe la armonía con las que has trazado el masaje.
Nunca debemos terminar un masaje de forma brusca. En su lugar, la forma más adecuada es aplicar la técnica del abanico, la cual consiste en separar muchos los dedos de la mano y acariciar la espalda de forma ascendente desde las lumbares hasta el cuello sin aplicar presión.
¿En qué casos debemos evitar los masajes?
Los masajes relajantes son una terapia excelente para liberar estrés y mejorar el estado de humor y la autoestima. Pero si no somos expertos, nunca debemos realizar un masaje a quién siente dolor cervical, fiebre, traumatismos recientes, enfermedades de la piel o heridas sin cicatrizar, porque corremos el riesgo de agravar el problema. En estos casos, es mejor acudir a un centro especializado.
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