Dormir es una necesidad que nos puede ocupar casi un tercio de nuestras vidas. Desde un cierto punto de vista, puede parecer una pérdida de tiempo y quizá por esa razón le prestamos poca atención a este proceso. En esta época del año, después de la «vuelta al cole», es fácil que nuestro pensamiento gire entorno a la obligación de madrugar durante semanas.
Ir a dormir: Ser consciente del inicio del proceso



En la práctica yóguica es esencial traer consciencia a nuestra vida y eso va mucho más allá de la clase y/o nuestros momentos de práctica. Antiguamente era más sencillo vivir acorde a los ritmos de la naturaleza (en zonas no extremas del planeta). La luz artificial y, en general, el uso de la energía para adaptar las condiciones del espacio en el que vivimos, provoca que nos distanciemos de los ciclos naturales. Esto nos ofrece nuevas oportunidades, pero tiene sus consecuencias. Una de ellas, ir a dormir más tarde.
Un ejercicio interesante es tomar consciencia del momento en el que se inicia el camino para irse a dormir. Esto no necesariamente significa cinco minutos antes de tumbarse en la cama. Puede empezar cuando te pones el pijama, cuando terminas de cenar, cuando cierras tu libro de lectura, etc. Se trata de asignar ese momento dentro de tu rutina personal de forma que tu cuerpo y tu mente se preparen.
Dormirse: Caminando hacia el descanso
La primera fase al dormirse es física. La quietud del cuerpo, la relajación muscular y la respiración diafragmática te llevarán a un estado de buena predisposición al descanso. Estoy teniendo en cuenta que duermes en una cama, o espacio similar, en el que estás tumbada. Las posibles posiciones son tumbada boca arriba, tumbada hacia el lado izquierdo, tumbada hacia el lado derecho y tumbada boca abajo. No se recomienda la posición boca abajo, ni tumbada hacia la izquierda. La primera obliga a girar la cabeza hacia los lados y puede generar tensión en el cuello. La segunda te puede mantener activa y dificultar la relajación, además de dificultar el vaciado del estómago.
La segunda fase es mental. Si la mente está agitada será imposible dormirse. Mantenerla enfocada a las sensaciones corporales en un recorrido de la cabeza a los pies y viceversa, es útil. Te ayudará a evitar que se dedique a repasar el día, o a especular sobre el futuro y generarte un estado de ansiedad.
Despertar a un nuevo día



¿Cuántas veces hemos visto en la televisión esa escena donde alguien se despierta sobresaltado, golpea el despertador, se levanta de la cama, se cae, etc.? Bien, pues aunque graciosa (para los que la ven, claro), no ayuda a empezar bien el día. Al despertar, debemos tener unos instantes para pasar de la relajación total a la actividad. Frotarte suavemente la cara con las manos y abrir los ojos lentamente para adaptarlos a la luz del ambiente. Estirar tus brazos por encima del cuerpo y las piernas hacia abajo. Llevar tus rodillas al pecho y moverte hacia los lados masajeando tu espalda y respirar profundamente. Todo esto te ayudará a salir de la cama en otro estado.
Obstáculos para dormir y madrugar
El mayor obstáculo para dormir es no tener sueño, así como para comer lo es el hecho de no tener hambre. Cada persona tiene un equilibrio de actividad y descanso. Hay personas que necesitan dormir menos que otras y no hay necesidad alguna de imitar a nadie. Sé consciente de tus necesidades y estúdiate en el proceso de dormir y descansar.
Las tensiones en mente y cuerpo impiden dormir bien. Estira la musculatura y relaja la mente. El Yoga y la Meditación son excelentes. Encuentra lo que funcione para ti. Debes tener en cuenta que un alto nivel de actividad mental antes de ir a dormir genera problemas. Esto incluye desde el uso de dispositivos electrónicos (TV, portátiles, smartphones, tabletas…), a quedarse estudiando para un examen, o trabajando sobre algo que debemos presentar al día siguiente. Otro hábito nocivo para el sueño es tener una discusión antes de ir a dormir.
Un estómago lleno es un obstáculo importante. Dejar un margen de dos horas, como mínimo, entre la cena y el momento de ir a la cama, es una buena idea. La cantidad debe ser razonable (te vas a dormir, no a talar árboles). Es mejor evitar los estimulantes (dormir requiere relajación) y las bebidas frías (que dificultan la digestión), así como alimentos pesados.
Cenar tarde nos lleva a ir a dormir tarde. Levantarnos más tarde, desayunar tarde, almorzar tarde, comer tarde y vuelta a empezar. Es un ciclo que forma parte de la cultura española. Sin embargo, mi experiencia me dice que tiene relación con un menor rendimiento personal. En cambio, ir a dormir antes, levantarse pronto y comer pronto, da un sentido completamente nuevo al día.
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