¿Es un masaje un lujo? Es probable que así sea considerado por muchos, pero sin lugar a dudas tengo que decirte que no lo es tanto.
Desde nuestros inicios corpóreos, en el vientre de la madre, la piel está continuamente recibiendo estímulos placenteros, que produce el entorno líquido y cálido con el movimiento.
Al nacer perdemos mucho, y en ocasiones todo. Pasamos al reino seco y textil. Si, ahora voy al tema lujo.
Esto es lo que deduzco: Si durante cuarenta semanas, las más importantes de formación y conversión en criatura humana, gozamos de estos bienestares, al “cortar en seco”, qué tipo de trauma o mensaje recibe el organismo.
Un masaje relajante y sensitivo, nos transporta al paraíso. Además de ofrecer al cuerpo la posibilidad de encontrar recursos internos para sanar.
Dime, que haces cuando te golpeas o te caes, la reacción espontanea es masajear la zona afectada. Cuando nos abrimos, y eliminamos las barreras, para recibir un masaje, nos rendimos al equilibrio, la paz, y el cuerpo, que es muy agradecido, de inmediato recupera la sintonía de vida.
Todos los mecanismos autoinmunes rescatan los recuerdos intrauterinos, haciendo que sea posible, (no solamente durante la sesión), reconectar con el estado óptimo y saludable.
Ámate y déjate querer.
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