Me preguntaban, hace unos días, cuan necesaria es una doula, si no es una moda, o un lujo.
El caso es que ni una cosa ni otra. Y en cuanto a necesidad, pues verás, así de pronto, y lo que yo voy deduciendo, pienso que llegara un momento en que recuperaremos la tribu, (como bien dice mi nuera) nos apoyaremos unos en otros y atenderemos las necesidades de cada uno, sea un parto, una lactancia, la crianza o la senectud, (y entre medias, convivencias, relaciones, edades funcionales: adolescencias, climaterios,…)
Hoy por hoy, esta figura, “la doula”, en auge, formada en distintas disciplinas, y como tal,va de aquí para allá, como elemento comodín, completando los huecos de la vida moderna.
Algún día, sinceramente espero, recuperaremos el sentido del clan, y no sé si existirá la doula, lo que vislumbro, es que la evolución de la raza humana, nos llevará cíclicamente a regresar, al menos en la parte emocional, a sentirnos acogidos, y acompañados, tal como vayamos necesitando en cada etapa, por miembros distintos de nuestro entorno, creando una red indestructible.
A veces, en el transcurso del día a día, aparecen personas, de modo puntual que hacen que sucedan hechos imprevistos. Y esta es la magia del acompañar, y también del ser acompañado. Dejar que suceda. Que fluya y devenga el que tenga que devenir.
Vive como un juego, siente como un niño, y disfruta.
Artículo de Joana LLavata