


Se acerca la Navidad ¡cuidado con los dulces!
Los cambios de estación son momentos críticos para la mente, nuestro estado de ánimo se resiente y comer se puede convertir en una manera de darnos un impulso, ese empujón que parece que necesitamos. Los alimentos dulces son los que más nos suelen apetecer, además a menudo, se consideran los más adecuados para este propósito, pero, por otro lado, ¡cuidado! Es probable que consigas el efecto opuesto.
Además, llega la Navidad, las comidas familiares, las cenas copiosas, los excesos, parece que en Navidad todo vale, que nos podemos hinchar a comer de todo ¡Ya nos quitaremos los kilitos! Pensamos muchas veces al llevarnos a la boca ese pastel que tiene tan buena pinta. Muchas veces, la mayoría, no nos damos cuenta de que a nuestro cuerpo esos excesos no le sientan tan bien como creemos.
Por qué debemos cuidar la ingesta de dulces
Niveles de glucosa
La glucosa en la sangre humana, o los niveles de azúcar en la sangre, deben tener un valor mínimo y un valor máximo para asegurar las funciones regulares del cuerpo. Cuando comemos un alimento dulce, el azúcar en la sangre se eleva por encima del máximo obligando al organismo a producir insulina para bajarlo, a menudo incluso, por debajo del nivel mínimo. Esto puede ser peligroso, ya que la respuesta de la insulina es mayor cuanto mayor es el aumento glucemia.
Cuando por alguna circunstancia puntual el azúcar en la sangre está bajo, el cerebro que la necesita para su correcto funcionamiento, nos reclama azúcares y de repente sentimos la necesidad de comer algo dulce. En estos casos está bien hacer caso a nuestros instintos y «regalarnos» un bocado dulzón. No obstante ¡ojo! Hay que tener cuidado pues ingerir dulces puede no satisfacer las ganas de comer más, sino que causa el efecto contrario “tener más deseo de comer más y más dulces”.
Cuidado con la báscula
Comer dulces dificulta la pérdida de peso. La insulina es una hormona anabólica que permite a las células que dispongan del aporte necesario de glucosa para los procesos que implican un gasto de energía, cuando está presente, su propósito es «construir». Y te preguntarás, construir ¿el que?. Hasta cierto punto, promueve la construcción de músculo aunque para ello tiene que haber una gran cantidad de actividad física, en todos los demás casos lo que «construye» es el almacenamiento de grasa.
Al punto anterior debemos añadir que, además, las calorías de los dulces son calorías procedentes de la materia grasa.
Ingerir dulces no satisface las ganas de dejar de seguir ingiriéndolo, sino que causa el efecto contrario, “tener más deseo de dulces”.
Serotonina
Comer dulces promueve la producción de serotonina, también llamada hormona del humor. Si en tu dieta habitual tomas muchos dulces, es probable que mantengas un cierto nivel de humor, si dejas de comer dulces tu humor baja y aparece la irritabilidad. Si nos pasamos con los dulces en alguna ocasión puntual podemos «venirnos arriba» y sentirnos pletóricos por un espacio de tiempo, pero ese estado desaparecerá en cuanto bajen los niveles, incluso pudiendo llegar a sentir todo lo contrario y que nos llegue el «bajón».
Ojo con sustituirlos por alimentos saludables
Los dulces dificultan la ingestión de alimentos más saludables, ya que los alimentos que son dulces por naturaleza como las frutas, muy poco pueden hacer contra los pasteles o golosinas, de intenso sabor, con llamativas formas y colores apetitosos. De esta manera, nos privamos de vitaminas, minerales, antioxidantes, fibra y agua que contribuya al bienestar y en su lugar concretamente a la vitalidad del organismo, además los sustituimos por azúcares y grasas de escaso o nulo aporte nutricional.
Tampoco debemos ser alarmistas y privarnos totalmente de placeres tan exquisitos, se trata simplemente de apelar al sentido común y disfrutar de ellos con moderación.
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