La ansiedad, un término que nos evoca conceptos como sentirse sofocado, agitado, nervioso, etc., y que se caracteriza por un conjunto de sensaciones, desagradables en su mayoría, como son el miedo, el temor, la preocupación, la sensación de que las cosas se pueden ir de las manos, la necesidad de encontrar una solución inmediata a la situación y, en el caso de una exposición prolongada, la frustración y la desesperación.
Que es la ansiedad
Sin embargo la ansiedad es una emoción natural y universal que se genera por un mecanismo de respuesta al estrés psicológico, este realiza la función de anticipar la percepción de un peligro eventual, incluso antes de que éste se muestre claramente, poniendo en movimiento las respuestas fisiológicas específicas que llevan de un lado a la exploración para identificar el peligro y tratar con él de una manera más adecuada y, en segundo lugar, a la evitación y el escape posible. Esta característica de interés y la evitación de un posible peligro se encuentra sólo en los seres humanos y los animales superiores y promueve el conocimiento del mundo que nos rodea y una mejor adaptación a la mismo.
Es por esta razón por la que todos nosotros hemos sentido ansiedad en algún momento y, al mismo tiempo, hemos sido capaces de comprender con facilidad la ansiedad de los demás y ponernos en su estado de ánimo. La ansiedad, es en definitiva una emoción fundamental y totalmente espontánea, que tiene la función de protegernos de las amenazas externas, mientras que la preparación para la acción motiva la interacción con el mundo que a cada uno nos rodea.
La cara buena de la ansiedad
Pero también tiene otras funciones importantes, además de lo anterior, nos permite comprometernos en las tareas que hacemos todos los días, sobre todo en las actividades que llevamos a cabo sin ningún interés, pero que tenemos que lograr. Estudiar para un examen poco interesante, por ejemplo, habría llegado a ser casi imposible si no existiera el empuje que nos proporciona la ansiedad subyacente. También hacer tu trabajo diario con compromiso, no siempre sería posible sin la presión de la ansiedad. Del mismo modo, incluso algo tan trivial como salir de casa a tiempo para coger el autobús o el tren fracasaría miserablemente si no fuéramos capaces de sentir la ansiedad.
Estos tipos de ansiedad son constructivos y útiles para nuestra supervivencia. Ellos actúan como un intermediario entre el mundo exterior y nuestro mundo psíquico interno, lo que nos permite hacer frente a los problemas de la vida y nos esforzarnos para adaptarnos mejor al medio ambiente y son por lo tanto, elementos de crecimiento y desarrollo de la personal que nos proporcionan incentivos y motivación para aumentar.
La cara mala de la ansiedad
Como comentaba ponerse nervioso antes de un examen, una cita o una entrevista de trabajo y sentir algo de ansiedad por ello es normal, e incluso positivo. El problema aparece cuando estos episodios comienzan a darse con más frecuencia y ante situaciones en las que, a priori, no debería aparecer.
Cuando esta se transforma en un miedo incontrolado a situaciones normales que aparentemente no tienen nada de amenazantes, es cuando el problema se está transformando en enfermedad y, en este caso, es mejor visitar a un médico y recurrir a soluciones para superar la ansiedad.
Se conocen varios tipos de este trastorno, aunque algunos de ellos comparten características comunes. La ansiedad social (o fobia social) que supone un miedo a ser juzgado, nerviosismo ante determinadas situaciones sociales habituales, o miedo al ridículo. Las fobias específicas a cosas, situaciones o incluso animales concretos, por ejemplo la claustrofobia o el miedo a las alturas. Trastorno de pánico en el que suelen aparecer de repente ataques de terror que incluyen palpitaciones y dolor en el pecho. Y el trastorno de ansiedad generalizada provocado por motivos poco realistas o incluso inexistentes.
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