Los ritmos de la Tierra te conectan con la naturaleza y aportan mucha energía positiva. Antes nunca caminaba descalzo, siempre iba con zapatillas, pisando asfalto entre grandes edificaciones, muy alejado de un bosque, una playa o el sendero de un río. Una práctica que me ha ayudado a cargar las pilas y mejorar la salud, conectar con la Tierra me levanta el estado de ánimo, mejora la circulación, refuerza el sistema inmunológico y ayuda a regular la presión arterial. Hay estudios que dicen que genera un efecto positivo en el cerebro y mejora la calidad del sueño, al reducir los niveles de cortisol, por tanto ansiedad y estrés.
Cómo conectar con la naturaleza
Lo primero que hice para empezar a conectar con la naturaleza fue andar descalzo siempre que podía, en un parque, bosque, playa o en el jardín de casa. El contacto de los pies con la tierra o con el agua del mar provoca una sensación de paz y un efecto relajante muy beneficioso.
En la sociedad actual sufrimos un déficit de naturaleza, necesitamos más árboles y menos asfalto, más plantas y menos pantallas, más césped y menos centros comerciales. Yo todos los días camino cuarenta minutos por espacios naturales y he conseguido reducir los niveles de estrés. Los beneficios saludables de la actividad física se centran en la amígdala, la glándula que nos pone en alerta ante un peligro. En un entorno natural no percibe ninguna amenaza y tiende a relajarse y en un contexto urbano se mantiene en un estado de tensión, que aumenta el riesgo de estrés y ansiedad.
Hay estudios que demuestran que los sonidos naturales de pájaros, del mar o riachuelos, producen cambios cerebrales hacia un estado de relajación, por el contrario, los ruidos modernos, como coches o aviones, producen el efecto opuesto hasta cuando producen los mismos decibelios.
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Respetar los ritmos de la tierra y consumir alimentos de temporada
Tenemos que concienciarnos de la importancia de respetar los ritmos de la Tierra, y esto empieza por consumir alimentos de temporada. Al consumir alimentos de temporada, reducimos la huella de carbono y evitamos que se produzcan artificialmente alimentos fuera de su época. Nuestros antepasados consumían lo que la naturaleza ofrecía en cada momento, sin necesidad de utilizar productos químicos con acción fertilizante. En la agricultura actual es habitual forzar cosechas tempranas de determinados cultivos ignorando la estacionalidad, se cultivan frutas y verduras de verano en invierno y viceversa, provocando un gran impacto en la huella de carbono.
Las frutas y verduras de temporada ofrecen los nutrientes que necesitamos, la naturaleza es sabia, por ejemplo, en verano predominan alimentos ricos en agua para contrarrestar el calor con una buena hidratación, ayudan a obtener los nutrientes que nuestro cuerpo más necesita por esos meses del año. En cambio, los cítricos y coles son ricos en vitamina C, ayudan a prevenir o recuperarnos de gripes y resfriados en invierno.
También en esta época encontramos más pescados grasos que encuentran su mejor época de consumo, aportan vitamina D que necesitamos ingerir para sustituir la producción propia que tenemos en verano causada por la exposición al sol. Comer alimentos de temporada nos ayuda a consumir suficientes frutas y verduras, los nutricionistas recomiendan tomar cinco raciones mínimo cada día de frutas y verduras.
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Escuchar y aprender de la madre tierra
La madre tierra nos pide que actuemos porque la naturaleza sufre, por ejemplo los incendios de Asutralia están afectando al futuro del país y también la invasión de langostas en Kenia. Ahora hacemos frente al COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema, tenemos que aprender que somos vulnerables, frágiles, que todo está relacionado, acción/reacción.
La tierra nos pide un cambio hacia una economía sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta, existe una clara interrelación entre los seres humanos y los ritmos de la Tierra, las demás especies vivas y el planeta que habitamos. Por ello, tenemos que respetar, ser responsables, mantener la armonía y dejar una buena herencia natural a nuestros descendientes.
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Conectar con la tierra para conocerse mejor
Somos humanos y tenemos que ser conscientes que pertenecemos a un planeta con naturaleza, con animales, conviene acercarse a nuestra propia biología, a los ritmos de la Tierra, comenzar a disfrutar de nuestra naturaleza. Por ejemplo, los nativos del Amazonas solo necesitan trabajar una o dos horas, el resto del tiempo disfrutar de la vida, la familia, de la música y tradiciones.
Para mejorar conviene conectar con mayor frecuencia con la montaña o con la playa, nos aporta energía y una sensación de paz maravillosa. Dedicar tiempo a disfrutar de los árboles, de los animales, mirar las estrellas o contemplar la lluvia, el amanecer o la puesta de sol, incluso apreciar todo lo que nos aportará el silencio. Apreciar la belleza de la naturaleza a través del silencio, nos aportará serenidad, calma, reflexionaremos sobre lo que realmente somos.
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