La postura del cuervo, conocida en sánscrito como Kakasana, es una asana poderosa y fundamental dentro del mundo del yoga. Su práctica no solo reta los límites de la fuerza y la concentración, sino que también brinda una amplia gama de beneficios que trascienden el tapete. Este artículo desglosará perfectamente cómo ejecutarla de manera segura, a la vez que destacará los beneficios que esta puede aportar a tu salud física y mental. Desde la mejora del equilibrio hasta el fortalecimiento del core, aprenderás por qué esta asana es tan valorada por yoguis.

¿Qué es la postura del cuervo?

La postura del cuervo, conocida en sánscrito como Kakasana, es una asana de yoga para la ansiedad que desafía y promueve el desarrollo de la fuerza, el equilibrio y la concentración. Este asana implica una posición en la que el cuerpo se equilibra sobre las palmas de las manos mientras las piernas, que están dobladas, se apoyan en los brazos. No solo se considera una prueba de habilidad física, sino también de serenidad mental, ya que exige una profunda conexión entre la mente y el cuerpo para mantener la estabilidad.

Beneficios

Una de las principales razones por la cual la kakasana es tan practicada y recomendada es debido a que aporte múltiples beneficios una vez se logra dominar, por ejemplo:

  • Es especialmente útil para fortalecer los brazos, hombros, muñecas y dedos, lo que puede ser beneficioso para aquellos que realizan tareas manuales repetitivas.
  • La necesidad de mantener una base estable sobre las manos mejora el equilibrio y fomenta la capacidad de concentración, lo cual puede trasladarse positivamente a otras actividades cotidianas.
  • La posición activa intensamente los músculos abdominales, lo que contribuye a un núcleo fuerte y estable que es vital para la salud postural y la realización eficiente de movimientos.
  • Al adoptar esta postura se expande el pecho, lo que facilita una respiración más profunda y ayuda a mejorar la capacidad pulmonar.
  • Kakasana enseña a controlar y distribuir el peso del cuerpo de manera eficiente, una habilidad que es crucial en la práctica del yoga. 

¿Cómo hacerla paso a paso?

Ahora que ya conocemos bien de qué se trata esta asana y cuáles son las ventajas que su práctica nos aporta, pasaremos a aprender paso a paso a cómo ejecutarla:

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Paso 1

Sitúate en cuclillas con las manos en el suelo, separa bien los dedos y abre las rodillas hacia los lados, situando el pecho entre ellas.

Paso 2

Asegúrate de que haya suficiente espacio entre las manos y que las caderas estén abiertas para facilitar el equilibrio durante la asana.

Paso 3

Inclina el cuerpo hacia delante, llevando el peso a la zona media, y fija la mirada en un

punto distante frente a ti.

Paso 4

Levanta uno de los pies del suelo, seguido por el otro, presionando el suelo con las manos y manteniendo los dedos extendidos.

Paso 5

Con los codos ligeramente flexionados, coloca las pantorrillas sobre los brazos, justo por encima de los codos.

Paso 6

Permanece en esta posición durante cinco o diez segundos al principio, incrementando la duración a medida que avances en la práctica.

Paso 7

Para salir de la postura, baja cuidadosamente los pies al suelo.

Recuerda que como cualquier asana, la práctica constante es clave para mejorar y disfrutar plenamente de los beneficios.

Contraindicaciones y recomendaciones

La postura del cuervo es una postura avanzada y no debe intentarse sin la orientación de un instructor de yoga cualificado. Si tienes alguna lesión o condición médica, consulta con tu médico antes de intentar realizarla.

  • Evita esta asana si tienes lesiones en hombros, brazos, muñecas o manos.
  • No practiques esta postura si sufres de problemas de espalda o condiciones médicas que afecten el equilibrio o la concentración.
  • Asegúrate de tener la orientación de un instructor de yoga profesional.
  • Realiza un calentamiento enfocado en fortalecer brazos, hombros y muñecas.
  • Observa tu técnica frente a un espejo para hacer correcciones.
  • Para mejorar el equilibrio, fija la mirada en un punto inmóvil frente a ti.
  • Mantén la espalda recta y los hombros relajados para evitar tensión adicional.
  • Si te sientes inestable, no dudes en bajar las caderas de nuevo al suelo.

Variaciones

Incorporar variantes de Kakasana a tu régimen de yoga puede aportar un nuevo nivel de desafío y disfrute. Estas adaptaciones no solo cultivan un mayor control corporal y flexibilidad, sino que también intensifican el trabajo en áreas específicas, ofreciendo así una experiencia enriquecedora y completa.

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Bakasana (Postura de la grulla)

Similar a Kakasana, pero con los brazos ligeramente más extendidos y las rodillas apoyadas en los brazos cerca de las axilas. Esta variante implica más fuerza en los brazos y una mayor estabilidad del torso.

Parsva Bakasana (Postura del cuervo lateral)

Una versión más desafiante que implica torcer el torso y equilibrar el cuerpo mientras se mantiene la postura básica de cuervo pero con una orientación lateral. 

Eka Pada Bakasana (Postura del cuervo con una pierna)

Aquí, uno extiende una pierna hacia atrás mientras mantiene la otra doblada y apoyada en el brazo. Esta variación aumenta la dificultad al requerir más fuerza y control en la pierna que permanece en el aire.

Mayurasana (Postura del pavo real)

Aunque no es una variante directa del cuervo, Mayurasana comparte algunos principios de equilibrio sobre las manos y fortalecimiento del core. En esta postura, ambos brazos se extienden directamente debajo del torso, con las palmas hacia abajo, sosteniendo todo el cuerpo paralelo al suelo.

Si quieres conocer otra postura de yoga para realizar en la comodidad de tu hogar o en alguno de los retiros de yoga, te recomiendo la postura malasana o la postura de la cobra

Conclusión

La postura del cuervo es una manifestación tangible de la disciplina y el control que el yoga fomenta. Mientras uno se esfuerza por mantener la postura, se revela una sintonía profunda entre el ser interior y las exigencias físicas. Dicha asana no es solo un acto de concentración, sino una ceremonia que celebra la fortaleza y el autoconocimiento. Aceptar las propias capacidades y practicar con diligencia ofrece una ruta hacia la autocomprensión y la destreza en el yoga, demostrando que el progreso es una medida personal, intrínseca a la dedicación de cada uno.

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